Tool en CDMX y la perfección de lo divino

El pasado 15 de marzo vivimos la experiencia de ver a Tool en CDMX y que seguramente, quedará guardada en las miles de almas que se dieron cita.
Desde que se anunció la presencia de Tool en CDMX, la locura comenzó a apoderarse de los fans de esta agrupación, quienes se reunieron fielmente a este llamado.
Para muchos, el poder entrar al estacionamiento del Estadio Azteca fue un suplicio. Desde estar formado en una fila que parecía no avanzar hasta personas que reportan a individuos que “vendían” espacios en la fila muy cerca de la entrada por 100 pesos.
Sin duda, esto marcó un inicio un poco agrio para miles de fans que -confiados en muchos casos- no esperaban un ingreso tan lento. Esto ya se había reportado al inmueble cuando fue el concierto de Dream Theater, pero esta vez superó por mucho la cantidad de personas que se congregaron a ver a Tool.
Los que lograron entrar a tiempo, se encontraron con un espacio bastante nutrido de personas que disfrutaron de la primera banda de la tarde: Seven Hours After Violet. El metalcore encabezado por Shavo Odadjian -bajista de System of a Down- logró su cometido: calentar los ánimos de los asistentes.
Su propuesta cargada de energía, mostró que, a pesar de contar con apenas un año de formación, tienen las tablas necesarias para seguir rodando por los diferentes escenarios del mundo. En su mayoría, tocaron su disco debut homónimo, mostrando la versatilidad que tiene Taylor Barber en las vocales para manejar guturales profundos, así como calidez en sus ejecuciones más limpias.

Seven Hours After Violet en CDMX
Nadie quedó indiferente ante su actuación -pese a un ligero fallo en el audio- y con ello, ese buen sabor se quedaría hasta el inicio de The Cult, banda legendaria liderada por el implacable Ian Astbury.
Hasta este punto, el sonido implementado mostraba que la orgaización no se estaba guardando nada. Potente y sin ser molesto, She Sells Sanctuary, Fire Woman entre muchas otras, marcaron el regreso a México de una de las voces clave en el rock mundial, aunque muchos no mostraron el respeto necesario ante esa investidura.
Con ese energético performance de alrededor de una hora, Ian Astbury y compañía daban el cerrojazo a su tiempo pactado para dar paso al platillo principal.

The Cult haciendo honores al público mexicano.
A las 9 en punto, las luces se apagaron y las enormes pantallas habilitadas comenzaron a transmitir diferentes visuales acompañados de los primeros beats de The Third Eye para dar paso a Fear Inoculum, a la cual el público respondió con miles de alaridos, tal como si estuvieran respondiendo a algun tipo de primitivo llamado.
Danny Carey, Adam Jones, Justin Chancellor y Maynard James Keenan actuaron en una franca comunión con su público, quien parecía que estaba en un trance sónico y visual, acompañado por un intenso hedor a Cannabis que se percibía en las diferentes zonas de la explanada del Estadio Azteca. Para muchos, esta es la forma de conectar con esos oscuros sentimientos que provoca una banda como esta.
Cada una de las canciones mostró diferentes visuales como una forma de consumar pequeñas liturgias a quien su rebaño, simplemente mostró su asombro y pleitesía ente un heptagrama que no dejó de aparecer en muchos momentos del concierto, aludiendo a una perfección simplemente divina que se dejó acompañar por una luna menguante como testigo.
Momento culmen fue, sin duda, Vicarious, canción del 10,000 days y que mostró esos visuales a cargo de Alex Grey, uno de los artistas visuales y psicodélicos que radica su obra en temas como la dualidad entre la vida y la muerte, la transmutación, etc.
El tiempo no perdona y la actuación concluyó y con ello, un éxtasis generalizado fue una energía poderosísima que atrapó a todos los asistentes y que difícilmente, volverán a disfrutar hasta una Cuarta Venida de esa figura celestial llamada Tool.
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